Planta del Diccionario “Coruña” de la Lengua Española Actual

 

por José-Álvaro Porto Dapena

 

 

 

 

Índice

 

 

 

2.5. Separación y ordenación de las acepciones y subacepciones

 

         Pese a los juicios de E. Coseriu, R. Trujillo y otros lingüistas en el sentido de que las acepciones de los diccionarios no serían más que variantes del significado, esto es, significados de habla y que, por lo tanto, dependerían del puro contexto o situación, en el diccionario que nos proponemos elaborar lo que verdaderamente se pretende con la separación de acepciones es determinar verdaderos significados invariantes o paradigmáticos, esto es, de lengua, dejando, por su parte, para las subacepciones —y variantes de éstas— la indicación de las pura casuística semántica en el nivel del uso, esto es, los significados de habla o, mejor, de norma. Precisamente esto explica que al final de cada acepción —cosa que no ocurrirá en la subacepciones— habrá de aparecer necesariamente una referencia al paradigma léxico descrito en la parte paradigmática del diccionario.

 

         Entenderemos, efectivamente, que nos hallamos ante significados o acepciones distintas de un vocablo cuando éste forma parte en cada una de ellas de paradigmas o campos léxicos diferentes. Por el contrario, se tratará de meras variantes —determinadas, por tanto, contextualmente— cuando no se produzca cambio de paradigma. Así, mientras el verbo componer pertenece al mismo paradigma que crear en, por ejemplo, el contexto

 

Lope compuso muchas comedias,

 

corresponde, en cambio, al mismo que arreglar en

 

El relojero compuso el reloj del abuelo,

 

lo que significará, naturalmente, que nos hallamos ante dos acepciones diferentes de componer. No ocurrirá, sin embargo, lo mismo con

 

Iré al médico a ver si me compone el estómago,

 

que representará en todo caso una variante —equivalente a curar— de la misma acepción que el segundo ejemplo.

 

         No somos, de todos modos, tan ingenuos como para pensar que sea cosa fácil la aplicación de este criterio general a cada caso concreto, pues en la práctica sucede con frecuencia que el paso de una acep. a otra se produce de un modo gradual, existiendo de hecho[nota 1] matices intermedios. Esto quiere decir que en la práctica se pueden presentar dificultades que no siempre se pueden obviar de un modo absolutamente objetivo. Procuraremos, no obstante, en la redacción de nuestro diccionario, atenernos lo más objetiva y estrictamente posible a semejante criterio. Para ello partiremos de una reconstrucción previa de un campo o paradigma léxico, de cuyos componentes iremos redactando los respectivos artículos, lo que a su vez nos permitirá ir perfeccionando y refinando cada vez más la descripción de dicho paradigma. Ahora bien, esto quiere decir que el DCLEA se irá elaborando al mismo tiempo tanto en la parte paradigmática u onomasiológica como en la semasiológica, y además que, como ya se observó, ésta —al contrario de lo que es práctica habitual— no se redactará siguiendo el orden alfabético de las palabras, sino que se adoptará el procedimiento, pensamos que por primera vez en la práctica lexicográfica, de hacerlo por paradigmas léxico-semánticos; lo que sin duda constituye un método mucho más científico y, desde luego, eficaz, pues evitará en gran medida las incoherencias y problemas —pensemos, por ejemplo, en las tan frecuentes circularidades— de que corrientemente adolece la práctica totalidad de nuestros diccionarios.

        

         Sin pretender agotar aquí los criterios que habrán de seguirse en la separación de acepciones y subacepciones[nota 2], hemos de insistir una vez más en que cada acep. de una palabra polisémica deberá pertenecer a un paradigma léxico diferente y, consiguientemente, en caso contrario, nos hallaremos ante meras subacepciones o variantes de una misma acep. Un doble procedimiento podemos seguir para determinar estos extremos: un procedimiento que llamaremos paradigmático, que consiste en determinar los vocablos con que la palabra estudiada se relaciona inmediatamente en ese significado concreto, esto es, su hiperónimo o hiperónimos, cohipónimos, hipónimos, etc.[nota 3], junto a un procedimiento sintagmático, consistente en determinar si la palabra, en dicho significado, ha de cumplir unas condiciones contextuales —semánticamente hablando, se entiende— que no se repiten en sus otros sentidos. Este último aspecto es particularmente destacable en los verbos, que contextualmente pueden caracterizarse por presentar solidaridades con alguno o todos sus argumentos o, en todo caso, por responder a una determinada estructura actancial: solo cuando ésta cambia, se produce realmente un cambio de acep., pero no cuando los argumentos o actantes se comportan sintácticamente de un modo distinto. En este caso se tratará, en principio, de simples subacepciones, como podemos ver en la siguiente acep. de pringar:

 

pringar [...].

2. tr. [~ alguien (suj.) una cosa <p.e. un vestido> (od.) <con pringue u otra sustancia grasienta o pegajosa> (cp.)]. Mancharla o hacer que quede salpicada por ella: “Me ha pringado la camisa con salsa de tomate”. = embadurnar. a) El compl. preposicional puede actuar como sujeto, equivaliendo entonces a ‘caer o saltar sobre algo’: “La salsa de tomante me pringó la camisa”. b) Méx. Se dice por extensión de cualquier líquido. c) prnl. Pasando a suj. el objeto directo. Puede llevar un reflexivo en dat.: “Se me pringó la camisa”.

 

Naturalmente, se entiende que dos construcciones sintácticas responden a una misma estrucura de actantes cuando éstos presentan las mismas características semánticas, que es lo que ocurre en el caso anterior, según se observa en las frases utilizadas como ejemplos.

 

         Como complemento —y a la vez consecuencia— de todo cuanto llevamos dicho, añadiremos que, en el DCLEA, así como se registrará el menor número posible de acepciones (aplicando así el “principio de simplicidad descriptiva”), de modo que, si un artículo se puede resolver en una sola acepción, no deberá constar de dos y, si se puede resolver en dos, no deberán registrarse tres, etc., las subacepciones o usos no estarán sujetos a ninguna restricción (se registrará el mayor número posible). Las subacepciones se indicarán después de la definición general de acepción, introducidas por una letra minúscula con paréntesis de cierre, y pueden estar constituidas, según las necesidades, por una nueva definición o por la simple indicación de la aplicación o modificaciones sintácticas realizadas sobre el contexto propio de la acep., lo que a su vez lleva normalmente a una definición más específica. A veces ocurre que la subacepción —debido, por ejemplo, al incremento de actantes si se trata de un verbo— no se puede explicar como una mera modificación sintáctica del contexto inicial; en ese caso la subacepción deberá ofrecer también el contexto, considerándose asimismo subacepción la definición y contexto iniciales, por cuanto que no pueden ser uno modificación del otro: no es posible en realidad establecer un contexto y definición general que abarque todas las posibilidades, que entre sí son subacepciones, porque la palabra en todos los casos pertenece al mismo paradigma léxico-semántico. Obsérvese, por ejemplo, la siguiente acep. de picar:

 

picar [...].

23. a) coloq. grosero [~se un hombre (suj.) a una mujer (od.)]. Poseerla sexualmente. = follar, joder, cepillar, pasar por la piedra. b) prnl. [~se un animal (suj.)]. Encelarse después del primer coito.

 

También puede ocurrir que en una de estas subacepciones la palabra definida pase a neutralizarse con un hipónimo o cohipónimo, presente en el paradigma; entonces la definición se iniciará con dicho hipónimo o cohipónimo, o éste se registrará como sinónimo (introducido por el signo =) después de la definición. Así, por ejemplo, en esta acep. de desenvolver:

  

desenvolver [...].

3. a) [~ alguien (suj.) un tema, idea, teoría o algo equivalente (od.)]. Exponerlos con cierta amplitud. b) [~ alguien (suj.) algo oscuro o enredado (od.)]. Explicar, desenredar o hacerlo más claro o explícito.

 

         Para conseguir la máxima homogeneidad y coherencia en la redacción, esta se efectuará, repetimos, por paradigmas o campos léxicos. Esto quiere decir que los artículos correspondientes a las palabras de un mismo paradigma deben guardar entre sí un lógico paralelismo, de modo que, si son, por ejemplo, sinónimos, deberán definirse de la misma manera en los artículos correspondientes, o, en todo caso, con uno de los sinónimos ya definidos perifrásticamente. Debe tenerse en cuenta, por otro lado, los siguientes extremos:

 

         a) Cuando dos palabras son sinónimas en varios significados, no puede darse el caso de que éstos sean acepciones en una y subacepciones en la otra, sino que tienen que ser acepciones o subacepciones en ambas. Serán, obviamente, acepciones cuando, para cada significado haya que postular hiperónimos —o cohipónimos e hipónimos— diferentes. Así arreglar es sinónimo de componer tanto cuando ambos son hipónimos de restablecer como de embellecer y, por lo tanto, hay que hablar de acepciones distintas en ambos verbos. Así,

 

María Luisa arregló (o compuso) la aspiradora

María Luisa se arregla (o compone) muy bien

 

serían ejemplos de cada una de ellas.

 

         b) Esto no impide que, tratándose de un hiperónimo que, por neutralización, se iguala semánticamente con un hipónimo, se considere como subacepción lo que en éste es una acepción. Hay que tener en cuenta que la sinonimia resultante será meramente funcional, pues, al tratarse de una neutralización, se produce tan solo en el discurso. Es el caso, por ejemplo, de fajar, que, como subacepción, incluye el significado de enfajillar poner una tira de papel a un periódico para enviarlo por correo’, que en éste es una acepción.

 

enfajillartr. C. Rica y Mex  [~ alguien (suj.) un periódico (od.)]. Ponerle una tira de papel para enviarlo por correo.

 

fajar. 1. tr.[~ alguien (suj.) a una persona o cosa (od.) <con una faja> o algo a modo de faja (cp.)]. Ceñirla con una faja u objeto equivalente.  ­ rodear, envolver, apretar, ceñir.- = enfajar.- ® cinchar, enfajillar. a) Se dice especialmente hablando de los recién nacidos, ‘ponerles la faja para protegerles el vientre’. b) Particularmente, ‘poner una tira de papel a un periódico para enviarlo por correo’. = enfajillar. c) prnl. Ponerse faja. d) Arg. Por extensión, ‘vestirse con ropa muy ceñida’.

 

 

         c) También hay que tener en cuenta, como excepción del apdo. a), los casos en que dos sinónimos poseen idénticas posibilidades semánticas; pero, mientras éstas en uno implican la pertenencia a campos semánticos distintos —y, por tanto, constituyen aceps. diferentes—, en el otro no ocurre lo mismo, porque tales posibilidades no han llegado a independizarse totalmente porque se dan al mismo tiempo. Así, por ejemplo, tanto manosear como sobar significan, entre otras cosas, por una parte ‘tocar reiteradamente con la mano’ y, por otra, el resultado de tocar, esto es, ‘ajar a causa del manoseo’; ambos significados, sin embargo, tan solo se pueden considerar aceps. independientes en sobar, pues solo este verbo puede entenderse como indicador del puro resultado. No ocurre lo mismo con manosear, que, aún en el caso de que signifique ‘ajar’ no puede prescindirse de la idea de ‘tocar reiteradamente’: digamos que, en ese caso, el verbo significa ambas acciones a la vez, las cuales están, evidentemente, en una relación semántica de contigüidad. Esta distinción la podemos observar más claramente en el participio: cuando hablamos de un pañuelo manoseado, por ejemplo, no podemos eludir la idea de ‘tocamiento’, mientras que en pañuelo sobado pensamos más bien en el ‘deterioro’.

 

         d) Como entre las subacepciones se incluyen a veces en nuestro diccionario no solo variantes semánticas propiamente dichas, sino también diferentes tipos de construcción o aplicaciones de la palabra a una realidad o tipo de realidad concreta, ello puede traer consigo que la palabra en esos significados de discurso se haga sinónima de vocablos semánticamente muy distintos, aun cuando se trate de la misma acepción. Así, por ejemplo, alejar, en su acep. de ‘poner o llevar lejos a una persona’, puede equivaler, por una parte, a ahuyentar y, por otra, en construcción pronominal, a diferenciarse, como ocurre en estas expresiones:

 

Las voces de auxilio alejaron al ladrón

El español se aleja mucho del latín.

 

No hace falta insistir en que esto es posible porque se trata de sinónimos meramente funcionales o de discurso, los cuales, como ya queda dicho, deberán figurar al final de la subacepción (precedidos por el signo =), y no hay que confundirlos, obviamente, con los sinónimos de lengua que aparecerán en el paradigma léxico, en la parte paradigmática.

 

         e) Finalmente, aunque —pensamos— es algo que fácilmente se desprende de cuanto llevamos dicho, no estará de más insistir en que no hay ninguna contradicción en el hecho de que las mismas diferencias semánticas que encontramos entre las subacepciones de una misma acep. de una palabra puedan servir, a su vez, para oponer un vocablo a otro, cosa que ocurrirá, lógicamente, por tratarse de vocablos pertenecientes al mismo paradigma. Por eso la causatividad o factitividad, que diferencia las subacepciones a) y b) en

 

girar. v. 1. a) intr. [~ una cosa (suj.) <alrededor de otra, de un punto o eje, o sobre sí misma> (cp.)]. Moverse describiendo círculos. El objeto que actúa como eje se epxresa con un compl. prep. con alrededor de, en torno a.. Si se trata de un movimiento alrededor de una cosa equivale a rodear2, y si es sobre sí mismo, a rotar. · Particularmente, ‘realizar una persona o cosa este movimiento circular de un modo parcial para tomar una dirección o adoptar una orientación distinta’. En sentido figurado puede decirse, p. e., de una vía o camino: “El camino gira a la derecha”. b) tr. [~ alguien (suj.) una cosa (od.)]. Con el sentido factitivo de ‘hacer girar’: “Giró el volante del coche”. d) prnl. Tomar el sentido contrario al que se lleva

 

es la misma que opone, por ejemplo, a los verbos morir / matar, que constituyen una evidente oposición léxica.

 

         Y refiriéndonos, para terminar, a la ordenación de las acepciones dentro del artículo lexicográfico, cuestión desde luego no tan importante como a veces se cree —por lo menos en un diccionario sincrónico—, nosotros vamos a seguir un criterio mixto: por una parte consideraremos en primer lugar las acepciones generales, esto es, pertenecientes a la lengua común, y a continuación las correspondientes a normas o lenguas especiales y que, por lo tanto, van precedidas por alguna marca; por otro lado, se procurará agruparlas por grados de parentesco semántico, reconstruyendo dentro de lo posible el proceso genético a partir del significado etimológico o del más cercano a éste. No optamos por un criterio de frecuencia, que en teoría parece ser el más aconsejable en un diccionario sincrónico, porque los datos de frecuencia que podamos sacar de un corpus, por amplio que éste sea, aparte de resultar costosos ya que implican un estudio minucioso de todos y cada uno de los textos,  nunca pueden tomarse como definitivos y concluyentes. No hay que olvidar, además, que el uso de una determinada acepción de un vocablo polisémico puede ser más frecuente en una norma concreta y no serlo, sin embargo, en otras; por ejemplo tirar, que en América suele tener connotación sexual, en España también la tiene, pero en contextos muy concretos y, por tanto, con menor frecuencia. En caso, en fin, de acepciones entre las que no exista ninguna conexión semántica —o al menos ésta resulte muy laxa—, la ordenación puede resultar más o menos aleatoria, y, de acudirse al criterio de la frecuencia, se hará de un modo totalmente impresionista, comenzando por la acepción que se considere más usada hasta llegar a la menos conocida o extendida. Por lo que se refiere, finalmente, a la ordenación de las acepciones o subacepciones con marca, el orden será el mismo que hemos establecido para las marcas cuando aparecen dentro de una misma acepción; es decir: marca geográfica, diastrática, científico-técnica, diafásica y connotativa.

 

         Tratándose de un verbo que presenta acepciones transitivas, pronominales y/o intransitivas, tales acepciones se dispondrán, a ser posible, siguiendo este mismo orden de enumeración, y lo mismo se hará, dentro de una acepción, con las correspondientes subacepciones. En caso de existir varios grupos de acepciones, grupos que se constituyen por afinidad semántica, se sigue dentro de cada uno la misma regla; por eso puede ocurrir que la última acepción de un grupo sea, por ejemplo, intransitiva, y la siguiente —perteneciente a un grupo distinto— sea, en cambio, transitiva.

 

Continuar

 


[1] Naturalmente, al redactar el artículo, no nos ceñiremos exclusivamente a la acep. correspondiente al campo que estamos estudiando, sino que se hará la totalidad del artículo, esto es, con todas las demás aceps., bien es verdad que éstas quedarán a la espera de que, en su día, se  recostruyan y describan sus respectivos paradigmas. La redacción de estas aceps., por tanto, será provisional y, por ello, tan solo nos limitaremos a realizar un breve esbozo, también provisional, del paradigma al final de cada acep., después del topo ( ), sin avanzar nada en la parte paradigmática del diccionario. [volver]

 

[2] Véase J. Á. PORTO DAPENA, Manual de técnica lexicográfica, págs. 203-224. [volver]

 

[3] No es suficiente con observar que la palabra presenta en ese sentido sinonimia con otra u otras, pues, como ya queda señalado, podría tratarse de una pura sinonimia funcional, característica solo de las subacepciones. [volver]

 

 

 

 

 


 
Grupo de lexicografía
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